Calidad,
más acceso a la educación superior y excelencia docente, los tres pilares de la
ministra.
La ministra de Educación, Gina Parody, asegura que
se reformará la educación por la vía de los hechos, no de las leyes.
Lograr educación de calidad es el más
ambicioso reto del segundo mandato del presidente Juan Manuel Santos. Una
evidencia en tal sentido es el presupuesto asignado al sector para el 2015:
28,9 billones de pesos. De este modo, y por primera vez desde el 2007, supera
el monto destinado por el país a defensa.
Con
la mira puesta en lograr que en el 2025 Colombia sea el país más educado de
América Latina, la ministra de Educación, Gina Parody, que se posesiona hoy,
trazó cinco líneas de acción para los próximos cuatro años: excelencia docente,
jornada completa o única, nación bilingüe, territorio libre de analfabetismo y
educación superior con acceso, calidad y pertinencia En entrevista con EL
TIEMPO, Parody dijo que durante los próximos cuatro años se otorgarán 400.000
becas para educación superior a estudiantes de bajos recursos con resultados
destacados en las Pruebas Saber, que se mejorarán las condiciones de los
maestros y que se construirán 160 colegios en todo el país.
¿Insistirá
en una reforma de la educación superior?
La haremos, pero con hechos, no con
leyes. Los tres retos de la educación superior son acceso, calidad y
pertinencia, y eso no se soluciona con una ley. Necesitamos al Congreso, pero
para que nos dé más plata. El acceso se resuelve con mejor educación en la
básica y en la media, y con más recursos para quienes tienen dificultad. A
nuestro sistema de calidad le hacen falta dientes y hay que tener un diálogo
permanente con el sector privado. Los tres grandes retos no requieren una
reforma de la Ley 30.
Las
propuestas del Cesu en esta materia son ambiciosas. ¿Habrá plata para tanto?
Sí necesitamos más plata, aunque eso
no lo es todo. La creación de un sistema coherente no es un asunto de plata.
Hay temas que requieren recursos, como el acceso, pero la pertinencia no; eso
depende de un diálogo. Hay 136 propuestas, todas buenas; muchas de ellas
quedarán en el Plan de Desarrollo. Nosotros las vamos a ejecutar, pero lo
importante es que exista un consenso nacional frente a eso. Un gran aliado es
el Ministro de Hacienda.
Hubo
críticas a la saliente ministra. ¿Qué destaca de su gestión?
Recibo un Ministerio muy avanzado en
temas como excelencia docente, donde se inició el programa ‘Todos a aprender’,
que busca que los mejores docentes capaciten a sus pares; esa formación en
cascada ha beneficiado a dos millones de niños. Se logró la gratuidad hasta el
grado undécimo, lo cual es importante, pues la mayor deserción en Colombia se
produce en grado décimo. Tercero, aumentó la cobertura en educación superior.
María Fernanda Campo recibió una cobertura del 37 por ciento y la deja en 47
por ciento, y es probable que a fines de año lleguemos al 50.
¿Por
qué desertan los jóvenes del colegio?
La deserción de estudiantes es del 50
por ciento, y se da sobre todo en la media (décimo y once) y en educación
superior. Hay muchas causas: en unos casos, porque los papás les piden que se
pongan a trabajar, y en otros porque les da igual terminar o no terminar;
sienten que eso no les va a aportar nada nuevo. Por eso tenemos que enfocarnos
en la calidad, y hacer énfasis en matemáticas, ciencia y lenguaje, que son las
competencias que tienen arriba a países como Corea, China y Singapur.
¿Qué
papel va a tener el profesorado en esa mejora?
Los profesores son los héroes en la
visión del presidente Santos. Hay muchos maestros excelentes entre los más de
330.000 que tenemos, pero aún no tenemos los incentivos para premiarlos todo el
tiempo; para ellos vamos a crear, por ejemplo, becas que les permitan hacer
posgrados; vamos a atraer al magisterio a buenos estudiantes, a los que podamos
decirles que vale la pena ser maestro en Colombia.
¿Cómo
convertir la docencia en una profesión apetecible?
Adoptamos toda la propuesta de la
Fundación Compartir. Habrá que mejorar los salarios de los maestros; ese es un
tema del Ministro de Hacienda, a quien siento muy comprometido con la
educación. Además, el papel del Presidente fue vital en el aumento de recursos
para el Sena, y aquí nos va a pasar lo mismo. Tenemos a un Presidente para el
que la educación es un pilar y a un Minhacienda que se la está jugando.
¿Cómo
se imagina usted a un maestro de aquí a diez años?
En diez años ser maestro será, como
dicen los jóvenes, lo más taquillero.
¿Cómo
lograr la jornada única?
A nivel de básica y media, lo más
grave son las horas de clase de un niño colombiano. Si es rico, estudia ocho
horas o más, y si es pobre, cinco o menos. Ahí comienza la inequidad. Si no
igualamos las horas de estudio con buenos maestros, no podemos hablar de
Colombia, la más educada. El 30 por ciento de los escolares asisten a escuelas
públicas, pero solo tienen clase por la mañana y por la tarde hay
disponibilidad de infraestructura. Vamos a contratar tutores con énfasis en
matemáticas, ciencias y lenguaje para tener jornada completa. Nuestro plan,
además, es construir 160 colegios y modernizar la media, con 3 o 4 horas más de
estudio para jóvenes en décimo.
¿Y
en educación superior?
Ahí tenemos problemas de acceso. En
los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos
(Ocde) el promedio en cobertura en educación superior es del 60 por ciento y
nosotros estamos en el 47 por ciento. El Presidente ha dicho que va a entregar
400.000 becas para educación superior durante estos cuatro años para que ese
reto del acceso comience a moverse. Los beneficiados serán los estudiantes de
los niveles 1 y 2 del Sisbén con resultados destacados en las Saber. De este
modo, premiando la calidad, buscamos que en Colombia importe ser buen
estudiante.
¿Cómo
se trabajará en las regiones para atraer a los jóvenes a la educación?
Tenemos 18.000 jóvenes identificados
que obtuvieron resultados en las Saber superiores a los del 95 por ciento de la
población. Este selecto 5 por ciento más juicioso, con mejores resultados, no
logró entrar a la educación superior. El Presidente me dio la instrucción de
buscar a esos jóvenes uno por uno y darles acceso.
¿En
qué consistirá el trabajo conducente a lograr un país bilingüe?
La ministra Campo nos dejó una
política que nos indica hacia dónde y cómo tenemos que ir. Lo que da mejor
resultado es que nuestros docentes estén permanentemente acompañados por
personas cuya lengua materna sea el inglés; de ese modo mejorarán su dominio
del idioma. Así lo ha hecho Chile.
¿Qué
modelos educativos internacionales exitosos está mirando Colombia?
Es muy importante determinar qué
necesitamos en Colombia. Nos ha pasado que mientras la academia (incluidas las
instituciones técnicas y tecnológicas) anda por un lado, el mercado laboral va
por otro. Uno de los retos que tengo es que nos comuniquemos con ese mercado
laboral. Y en eso mucho tienen que ver técnicos y tecnólogos.
Tras
su experiencia en el Sena, ¿va a fortalecer este tipo de formación?
Tengo toda la experiencia y la
fascinación por el tema, porque a veces un empresario dice que necesita a
alguien que le haga la supervisión de los procesos y no necesariamente tiene
que ser un ingeniero industrial, sino un tecnólogo en gestión industrial, que
esté formado con esas competencias específicas. Quienes quieren ser técnicos y
tecnólogos deben llegar a tener grandes especializaciones. A nosotros nos falta
la construcción de ese sistema. El reto es enorme, pero tenemos muy buenas
bases.
¿Cuándo
se verán los resultados en calidad?
Tenemos cuatro años. El próximo año
tenemos pruebas Pisa y seguro eso nos medirá en algo. Queremos que nos midan
con unos indicadores claros: las pruebas Pisa son unas, las Saber son otras,
las universidades acreditadas son otras, el número de profesores que se dedican
a investigar, otros. Tenemos que hacer una compilación de indicadores que sean
claros para los colombianos y para nosotros. Sin duda las pruebas Pisa son una
medida internacional y no nos podemos hacer los locos con eso. Ya veremos el
resultado de los cuatro años del presidente Santos en las pruebas del próximo
año.
Nicolás Congote / Carol Malaver
Redacción EL TIEMPO
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